Otro 4 de diciembre igual


 

Otro 4 de diciembre igual. Durante años, en mi campo, y digo "campo" porque esa es su denominación correcta y no los esnobismos actuales (Coliseum, estadio, etc.), el del Betis, temporada tras temporada, se coreaba un cántico sintomático de los fracasos deportivos continuados: "Otro año igual, otro año igual, otro año igual, lará, lará, lará." Soy consciente de que en la acera de enfrente ocurría lo mismo, e incluso quizás el cántico era aún más ensordecedor, vehemente y hasta cierto punto violento; eso del “manque pierda”, la devoción y la fe inquebrantable no han sido históricamente rasgos característicos de esa entidad deportiva, pero eso ya es harina de otro costal, centrémonos.

 

Valga el símil futbolístico para exponer mi opinión con respecto a los actos, concentraciones y otros homenajes que el andalucismo político pretende llevar a cabo para la efeméride del 4 de diciembre. Y comienzo por el final, por las conclusiones a las que llego en base a los planteamientos que sintéticamente a continuación pasaré a exponer; concluyo cantando: “Otro año igual, otro año igual, otro año igual”.

 

Y sí, otro año igual. Asistiré a conferencias de andalucismo histórico de gran interés para el público en general, el colectivo de historiadores y las facciones del andalucismo antropológico de la escuela sevillana que tanto añoran el recuerdo de aquellos tiempos, que por supuesto, siempre fueron mejores. También asistiré, de manera presencial o preferiblemente de manera virtual, a ciclos de conferencias sobre andalucismo político, teoría marxista aplicada y solidaridad con otros pueblos oprimidos. Serán jornadas muy productivas para mi acervo cultural e histórico, de las cuales obtendré conocimientos que, aunque repetidos, seguro que al menos actualizan mi bibliografía, perdón, capítulo de referencias.

 

Seguramente habrá alguna conferencia de unidad del andalucismo político donde andalucistas de la vieja guardia junto a neoandalucistas de la tercera ola expongan la necesidad urgente de conseguir en las instituciones el ansiado PODER ANDALUZ. Esas buenísimas intenciones se repetirán posiblemente en algún acto de manifestación al uso donde entre bastidores, como en todas las manifestaciones, se discutirá la idoneidad o no de la convocatoria, de las organizaciones convocantes, de las ausencias y presencias y de dimes y diretes varios. Eso sí, en un contexto festivo donde todo está muy ordenado, cada oveja con su pareja detrás de su pancarta.

 

Por la parte institucional, el “día de la bandera” se organizarán actos culturales, se invitarán a los niños y niñas de la ESO a pan con aceite (no es una metáfora, es realidad), certámenes de relatos, visitas guiadas al museo de la Autonomía, etc. Todo muy institucional con el marchamo, sello e impronta de la derecha del Partido Popular, llamados a ser por invitación expresa del “ex” todopoderoso; pues "la sombra del ciprés es alargada", con el paso de un tiempo no muy lejano, legítimos representantes del andalucismo de derechas.

 

Sacaré al balcón la bandera verde y blanca, retwittearé más de 100 tweets con contenido andalucista, daré 1000 likes mínimo y, como no, entonaré en la intimidad, cual plegaria religiosa con cambio de letra, el himno de Andalucía que compuso Blas Infante.

 

Y llegado el 5 de diciembre, otro año igual. Llegarán elecciones y nuevo fracaso estrepitoso, no habrá Partido Andalucista en las instituciones. No sigo, prefiero no aburrir al lector. Desgraciadamente, estamos condenados electoralmente al agua y aceite ideológico, al terruño organizativo y al vino nuevo en odres viejos estratégico. Para finalizar, volvamos al símil futbolero. Como yo soy del equipo del “manque pierda”, siempre tendré la ilusión puesta en que una nueva directiva, como la actual o similar a las viejas glorias de las criaturitas, ponga a mi equipo donde se merece. Lo creo posible, es posible, la actual estructura de oportunidad política es propicia. Tengamos fe e ilusión, miremos al futuro. ¡Viva Andalucía Libre!

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